lunes, 20 de agosto de 2012

CAPÍTULO 2 EL SUEÑO DEL BELGA






Abstract: The historiography allows us to think about the past of our scientific
discipline, to recover and study the works written by the preceding archaeologists
again. Probably, one of the most interesting moments to this reflection is the
Franquist dictatorship (1936-1975) and its attempt to build a Spanish national
history in accordance with specific ideological and political interests. We can prove
it in Prehistory and Antiquity, specially about problems like the origin of Spanish
people and our country’s unity, the role of Spain in the universal history, the
imperial idea, etc., subjects that would have their roots in the first phases of our
(Pre)history theoretically. In this sense, the analysis of the contents of some works
of three of the worthiest archaeologists and professors of the Franco period, Luis
Pericot Garcia (1899-1978), Julio Martinez Santa-Olalla (1905-1972) y Martin
Almagro Basch (1911-1984), could give food for thought about the no innocent -
although more or less discreet or evident, according to the political context of each
country- relationship between science and politics and about the researchers’
behaviour in a difficult context like a dictatorship

Juan Francisco M. Corbí
Departamento de Prehistoria y Etnología
Universidad Complutense de Madrid


EL SUEÑO DEL BELGA / LE RÊVE DU CELTE 

por Don Ricardo González Villaescusa

 Reproducimos la introducción que hemos realizado al libro de Thomas Jacquemin Étude critique des premières origines pretées aux tribus celto-belges, Bruxelles, Mémoires de la Société Belge d'études celtiques, 2011, presentado el 26 de noviembre pasado en la XXIVe Journée de la SBEC y disponible desde ayer con ocasión de las XXVèmes Journées belges d'études celtologiques et comparatives organizadas por la SBEC y el Institut des Hautes Études de Belgique

La arqueología se encuentra en el centro neurálgico de intereses geopolíticos de primer orden porque afecta a la “materialidad” de la identidad inscrita en el territorio. Es la fábrica de un derecho histórico en expresión de J. P. Payot.

En este contexto epistemológico la arqueología encontró rápidamente el desarrollo de las tesis que asociaban el espacio y el territorio y los artefactos con G. Kossina como principal valedor que asimilará el evolucionismo dominante a finales del siglo XIX a una fuerte inspiración racial. Estas tesis marcarán profundamente la práctica de esta disciplina por la "Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana", la Das Ahnenerbe nazi dirigida personalmente por Himmler.
 

 


 
 
Probablemente, todo esto es más evidente en el caso de Bélgica. Una nación nueva cuyo nombre, el adjetivo de una antigua provincia del Imperio Romano, caído en desuso desde el final de la antigüedad, es rescatado directamente de los textos antiguos, y desde el primer momento de retorno a los clásicos, el Renacimiento.
Thomas Jacquemin presenta un fresco en el que numerosos historiadores combinan sesgos étnicos o lingüísticos presentes en los autores antiguos: celtas, galos, germanos o belgas; rasgos físicos atribuidos a “razas” de la antigüedad: rubios o morenos, altos o bajos, braquicéfalos o dolicocéfalos; atributos: valentía, orgullo; y delimitaciones culturales y/o lingüísticas más recientes desde el punto de vista histórico: franceses o belgas, belgas o alemanes, flamencos o valones… El resultado acaba siendo explosivo en la Europa de la víspera de la Gran Guerra y del periodo de entreguerras.
 
Pero el autor no solamente acusa la deformación racista o nacionalista. Resulta agradable leer cómo, en el mismo momento, en condiciones científicas o sociales completamente comparables, existe una lista de autores que escapan, resistían, a la corriente cultural que desencadenó el odio algunos años más tarde. Autores como Boucher de Perthes, Clemence Royer, mujer que señalaba almundo árabe como ejemplo de desarrollo inasimilable a la cultura occidental; Gabriel de Mortillet o A. Lefevre… Una lista que da credibilidad al autor y desacredita a aquellos que justifican ciertos personajes en función del contexto social dominante. A pesar de todo, es posible resistir.
El autor defiende que, tras 1945, las formas cambiaron pero el fondo persistió. Tras Auschwitz, declararse abiertamente racista y practicar una arqueología consecuente es imposible. Según E. Hobsbawm es entonces cuando el nacionalismo lingüístico se convertirá en la versión políticamente correcta del racismo, lo que es coherente con la evolución historiográfica de la historia antigua que presenta el autor del libro que nos ocupa. Coincide con las tesis de otro autor español Francisco Gracia que ha trabajado sobre la práctica de la arqueología española en el periodo comprendido entre finales de la Guerra civil (1939) y 1956. En esencia, la arqueología española de los años 30 se encontraba bajo la influencia de la escuela historicista alemana, y durante este periodo de 17 años se practicó una arqueología falangista subsidiaria de Das Ahnenerbe. Aunque la evolución final de la guerra mundial y el inicio de la guerra fría, unidas a la necesidad del reconocimiento de la España franquista por la ONU, acabaron con esta experiencia, continuando la arqueología española marcada por un contexto científico y humano semejante al anterior a 1936, con la única excepción de los autores exilados, como consecuencia de su fuerte implicación con el gobierno legítimo de la II República.
 
 
LE RÊVE DU CELTE
(Pre-print del texto francés)
Les études sur l’historiographie antique, sur l’histoire de l’archéologie et l’histoire ancienne sont à l’ordre du jour. Depuis une dizaine d’années, historiens et archéologues se sont vivement intéressés à l’histoire de la pensée historique et archéologique. Nous faisons ainsi une archéologie de l’archéologie. Puisons dans les significations profondes des mots employés par les chercheurs d’antan afin de comprendre les raisons avouables, ou non, de leurs conclusions. Nous essayons ainsi d’appréhender les questionnements et problématiques qu’ils avaient en tête et qui ont guidé leurs recherches. Nous découvrons souvent que l’archéologie est la plus nationale des disciplines scientifiques, que le moment de la naissance de cette discipline ainsi que celui de la cristallisation des différentes nations sont les mêmes, et que l’archéologie est au cœur d’enjeux géopolitiques de premier ordre parce qu’elle touche la « matérialité » de l'identité inscrite dans le territoire. C'est la fabrique d'un droit historique dans l’expression de J.-P. Payot. Dans ce cadre conceptuel l’archéologie trouva vite un développement dans des thèses qui associaient l’espace et le territoire aux artefacts avec G. Kossina comme principal auteur qui assimilera l’évolutionnisme dominant à la fin du XIXe siècle avec une forte inspiration raciale. Thèses qui marqueront fortement la pratique de cette discipline par la "Société pour la recherche et l'enseignement sur l'héritage ancestral allemand", la Das Ahnenerbe nazie
 


 

 

 

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