http://www.aranzadi.eus/arqueologia/auzolan-en-la-calzada-romana-del-pirineo

viernes, 9 de octubre de 2015
AUZOLAN EN LA CALZADA ROMANA DEL PIRINEO
http://www.aranzadi.eus/arqueologia/auzolan-en-la-calzada-romana-del-pirineo
jueves, 8 de octubre de 2015
LA CIUDAD ROMANA DE ITURISSA
miércoles, 2 de septiembre de 2015
LOS HISTORIADORES NIEGAN LA EXISTENCIA DE UN SUSTRATO INDEPENDENTISTA CATALÁN
http://www.lne.es/aviles/2015/08/18/historiadores-niegan-existencia-sustrato/1801812.html
Los historiadores niegan la existencia de un sustrato independentista catalán
El profesor Santos Yanguas destaca que la comunidad no existió en la época romana, "ni siquiera como una subdivisión de la Tarraconensis"
La Granda (Gozón), Saúl FERNÁNDEZ
"El sustrato independentista catalán no está en la Edad Antigua",
aseguró ayer en La Granda el catedrático de Historia Antigua de la
Universidad de Oviedo, Narciso Santos Yanguas, que se encargó de abrir
el seminario "Reflexiones sobre la historia de Cataluña" con una charla
en la que desgranó el papel de la región durante la dominación romana.
Este curso se desarrollará esta semana en la residencia de La Granda, la
sede de los cursos que celebran este año su trigésimo séptima edición.
Margarita Cantera, de la Complutense, tampoco halló este sustrato
independentista en la Edad Media, pese a que allí algunos historiadores
certifican el nacimiento del estado catalán. El escritor Fernando
Álvarez Balbuena, del Real Instituto de Estudios Asturianos, fue al
grano: "Cataluña ha sido independiente 12 días en los últimos mil años".
¿Y por qué entonces ha florecido el independentismo? Los expertos
reunidos por el profesor Emilio de Diego esperan alcanzar la respuesta
con la conclusión del curso, uno de los que se prometen más polémicos
del verano.
"La presencia de tierras catalanes en la historia
comienza con el desembarco de los escipiones en Ampurias", recordó
Santos Yanguas. "Primero fue la conquista de la península y,
posteriormente, su romanización", añadió. Y la romanización supone la
presencia de elementos itálicos. "Comenzó entonces la explotación
agrícola de los territorios: no sólo aceite, también vino, que era muy
apreciado en Roma", continuó el profesor. "Cataluña no existió como
división territorial, ni siquiera como subdivisión", señaló Santos. "En
la Edad Antigua no existía en Cataluña ningún elemento particular con
respecto al resto de la península", concluyó el profesor Santos.
¿Y en la Edad Media? Tampoco existe distinción singular con respecto al
resto de la península. La profesora Margarita Cantera se retrotrajo al
reino visigodo. "Gregorio de Tours habla de los reyes de España y no de
los reyes de los francos, como sucedía en la Galia carolingia", señaló.
Cantera apostilló que los godos establecieron su primera corte en
Barcelona y que eso denotaba la pérdida de preeminencia de Tarraco sobre
la actual capital catalana, pero esto no tenía, a juicio de Cantera
sustancia particular. "Es cierto que hubo revueltas de condes catalanes,
pero no por el territorio, más bien por el poder, en el ámbito del
contexto de la monarquía electiva de los visigodos", aseguró Cantera.
Fernando Álvarez Balbuena intervino por la tarde en la primera jornada.
Su ponencia se centró en la Edad Moderna. "Cataluña no existió por sí
sola y sí lo hizo como parte de Aragón", apuntó.
Explicó que los
condes catalanes "eran delegados reales, no soberanos en sus
territorios" y recalcó que "lo de los príncipes es una manera de
hablar". Y es que el "princeps" era "el conde principal, no el
príncipe". El resultado final es que el territorio catalán sólo fue
independiente durante la Guerra de Sucesión, la I República y durante la
II República. "La última vez, 17 horas", concluyó.
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martes, 18 de agosto de 2015
EL MORTERO ROMANO DE FORUA
El mortero romano de Forua, visitable desde hoy en el Museo Arqueológico
La pieza está datada entre finales del siglo I y mediados del siglo II y podrá verse hasta el 4 de octubre
El mortero de cerámica de Forua, datado entre finales del siglo I y mediados del siglo II, podrá visitarse desde hoy y hasta el 4 de octubre en el Museo Arqueológico. La pieza fue hallada rota en pedazos por la arqueóloga Ana Martínez en 1992 y ha sido restaurada. Estaba en una zanja en el lado norte de uno de los edificios del poblado romano.
http://www.elcorreo.com/bizkaia/costa/201508/08/mortero-romano-forua-visitable-20150807210159.html
viernes, 29 de mayo de 2015
ELISEO GIL Y LA ROMANIZACION EN VASCONGADAS
DIARIO EL PAÍS
ELISEO GIL ARQUEÓLOGO "Hay gente que en nuestro país lleva muy mal la romanización
"
La romanización de Euskadi fue objeto de unas jornadas internacionales organizadas hace dos años en San Sebastián por la Asociación de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza. El arqueólogo Eliseo Gil presentó esta semana los dos volúmenes que recogen, en castellano, euskera y francés, las comunicaciones e intervenciones del encuentro. Eliseo Gil, de 36 años, es desde hace cuatro años director de las excavaciones en el oppidum romano de Iruña, en Ogilaz (Álava) y vicesecretario de la Sociedad de Estudios Vascos. Pregunta. ¿Por qué se ha investigado tan escasamente la romanización del País Vasco hasta hace poco? Respuesta. Ha habido que superar una barrera psicológica que hacía que tocar el tema pareciera inoportuno. Desde luego, nunca me he sentido responsable de lo que ocurrió hace dos mil años, pero hay gente que en este país lo vive y lleva muy mal. Lo cierto es que los avances en la investigación sobre la época se han producido hace muy poco, quince o veinte años. P. ¿Se puede decir que los romanos entraron en Euskal Herria hasta la cocina, igual que en otras partes? R. No sé si se metieron en nuestras cocinas, pero desde luego sus cacharros sí estuvieron en ellas. La comunidad científica tiene claro el tema desde hace mucho tiempo, pero lo cierto es que estamos aún en un primer estadio de comunicación al público de esa reconstrucción histórica basada en la arqueología y las ciencias auxiliares. Esa época no es cualquier cosa. Son dos siglos de primeros contactos y cinco siglos de integración en un aparato estatal, por cierto con dimensión europea, moneda única y una lengua oficial; y en el interior de todo eso, un mosaico de pueblos con sus culturas y muchos con lenguas propias que, en casos como el nuestro, tuvieron la capacidad de conservar. P. No se puede hablar entonces de una resistencia aguerrida a la invasión. R. Aquí, no. Los vascos de la época se dedicaban más bien a resistirse aguerridamente los unos a los otros. La resistencia a los romanos se dio en la meseta castellana y en Cantabria-Asturias. La lucha vasca fue la de Aquitania, al otro lado de los Pirineos, donde sí se produjo resistencia a la conquista de las Galias. Nuestra parte fue una zona de retaguardia de los romanos frente a la resistencia cántabra. P. ¿Subsisten aún muchos falsos mitos sobre la época? R. Uno de los grandes temas, que ha generado ríos de tinta, es el de la cristianización. Nos hemos movido entre dos corrientes: los que sostienen casi que en Euskadi había cristianos antes de Cristo, y perdón por el chiste fácil, y los que se van al otro extremo y niegan la cristianización hasta la época medieval. Hace bien poco se ha publicado un estudio que la sitúa en el siglo VII, pero los datos arqueológicos nos permiten decir con garantías que, al menos, se remonta a principios del siglo V.
lunes, 26 de enero de 2015
DE CONTROVERSIAE VASCONIAE
OPPIDA IMPERII ROMANI
Hace ya algunos años, en los últimos ochenta, Juan José Sayas publicaba un 'programático' artículo titulado "De historiae Vasconiae rebus controversis" (la referencia completa aquí) en el que repasaba algunas cuestiones todavía controvertidas sobre los Vascones de las fuentes antiguas un pueblo al que, como sabrá el asiduo de Oppida Imperii Romani, venimos prestando atención al menos desde que tuvimos el privilegio de coordinar el volumen Navarra en la Antigüedad. Propuesta de Actualización (Gobierno de Navarra, Pamplona, 2006) y de ocuparnos, para él, de la reducción de las ciuitates supuestamente vasconas citadas por las fuentes (pincha aquí)
un tema que, como podrá comprobar quien descargue el artículo, aun
tiene muchas cuestiones abiertas si bien, obviamente, no es el
fundamental de este pueblo de la Antigüedad. Pero, lo cierto es que,
desde ese momento, el año 2006 -pero también 1987, la fecha del trabajo
de Juan José Sayas- la bibliografía sobre Vascones se ha multiplicado notablemente (un cierto balance hacíamos no hace mucho en el post Scripta Vasconica, de este mismo blog) y, también, la presencia de algunas de las ciuitates del denominado "territorio vascón" en Oppida Imperii Romani (Andelo, Cara, Pompelo, Santa Criz, Campo Real, Los Bañales...) se ha ido incrementando de manera continuada. Ese incremento bibliográfico -con un volumen publicado en la Serie Instrumenta de la Universitat de Barcelona en 2009 (pincha aquí) y con el reciente Entre Vascones y Romanos. Sobre las tierras de Navarra en la Antigüedad, Pamplona, 2013- ha permitido que, cada vez, estén más claras -al menos para la communis opinio,
otra cosa es que haya gente que siga aferrada a viejas teorías que, a
veces, aun siguen desfilando por publicaciones más o menos contrastadas,
especialmente en la red- algunas cuestiones 'esenciales' -y remarcamos
el término- respecto de ese grupo de población al que Roma, por razones
que desconocemos pero que bien tuvieron que ver con su deseo -y
necesidad- de controlar el territorio, bautizó como Vascones (confesamos que nos sentimos totalmente herederos de la visión que respecto de éstos expone WULFF, F.: "Los Vascones como paradigma", en ROLDÁN, J. M., y WULFF, F.: Citerior y Vlterior. Las provincias de Hispania en la era republicana, Madrid, 2001, pp. 407-416, imprescindibles).
Por eso, cuando el pasado mes de Diciembre, nuestra compañera en el Departamento de Historia, Historia del Arte y Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra y a la sazón directora de la Cátedra de Lengua y Cultura Vasca de la Universidad de Navarra, María del Mar Larraza, nos invitó a -como hiciera el pasado año, entonces, todavía profesando nosotros en la Universidad Nacional de Educación a Distancia- dictar una charla de carácter general sobre los Vascones de las fuentes antiguas (a la del año pasado puedes acceder desde aquí) pensamos que era una buena ocasión para remarcar esas certezas que, desde luego, modifican mucho la visión tradicional que se ha ido forjando -tras decenios de investigación- sobre los antiguos habitantes del entorno de Navarra, y subrayamos, también, lo del 'entorno' por razones que más abajo se aducirán y que conoce ya el lector más o menos versado en la cuestión vascónica.
Esas certezas que, a la vez, son, a nuestro juicio, características definitorias de la etnia en cuestión son (y algunas, de hecho, están bien tratadas en un simpático opúsculo editado por el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra hace algunos años: MÚGICA, M.: Los Vascones, Pamplona, 2007):
[1] Si entendemos por etnia -como la define la Real Academia de la Lengua- un grupo cohesionado, con identidad de sí mismo, ancestro, cultura e historia comunes y definido, por tanto, en función de una serie de afinidades, los Vascones, desde luego, no lo fueron o, al menos, no lo fueron estrictamente. Probablemente la consideración de aquéllos como tales obedece más a una observación externa, por parte de Roma, y a un sentido utilitario de control territorial que a uno identitario que, en cualquier caso, exigiría que Roma percibiera algún elemento distintivo en la comunidad a la que definió como Vascones. Mientras de otros colectivos indígenas hispanos sí se conservan, por ejemplo -como ha subrayado recientemente M. Navarro en un trabajo publicado en CABALLOS, A. (dir.): Roma generadora de identidades. La experiencia hispana, Madrid, 2011, pp. 107-140- menciones de procedencia en la onomástica (Celtiber, Calaicus, Cantaber...) no existen éstas para los Vascones un término que, además de en las fuentes literarias, sólo aparece atestiguado epigráficamente en documentos de carácter oficial, el más célebre la recientemente redescubierta inscripción del censo de C. Mocconius Verus (CIL VI, 1643: pincha aquí para los últimos datos sobre la pieza y de su paradero, en el Museo del Louvre de París).
[2] Desde un punto de vista territorial, entre la República y el Principado, no hay un territorio que pueda ser considerado -al margen de como recurso metodológico- como propio de los Vascones antiguos. Los datos de Estrabón, Livio y Plinio apenas coinciden en señalar la vinculación de aquéllos con el Pirineo, su relación con la ciuitas de Pompelo y de Oiasso y con un espacio más llano en el entorno de Calagurris, el ager Vasconum (esto se ha subrayado con acierto por E. Cantón en un imprescindible trabajo en Veleia, 22, 2005, pp. 129-143) y con otro más bien boscoso, del entorno de Oiasso, el saltus Vasconum, acaso un distrito minero (Arkeolan, 15, 2008, imprescindible). Los datos onomásticos, toponímicos y de la teonimia indican, sin embargo, que la población claramente vascónica -si por tal entendemos la que hablaba vasco antiguo- se concentraría, sin embargo, entre la Navarra Media Oriental y las actuales Cinco Villas de Aragón (y no en la Comunidad Autónoma Vasca, no en vano hacia ese actual territorio los testimonios disponibles remiten más bien a una lengua de raigambre céltica, como han demostrado, entre otros J. Velaza o F. Beltrán Lloris, por ejemplo en VELAZA, J.: "El vasco antiguo y sus vecinos según la epigrafía", en IGARTUA, I. (ed.): Euskara eta inguruko hizkuntzak historian zehar, Vitoria, 2012, pp. 75-84). En ningún momento puede sostenerse, por tanto, una expasión vascona, como se pensó en los años ochenta, y menos a costa de pueblos de su entorno, sencillamente, los Vascones o, mejor dicho, población 'vascónica' aparecía dispersa y repartida por un territorio, desde luego, en lo geográfico, nada homogéneo.
[3] Si el territorio no parece un elemento unitario y la lengua vasco-aquitana apenas está atestiguada epigráficamente -y en fecha ya tardía, como se ha visto en las referencias anteriores o como ha repetido constantemente J. Gorrochategui: Veleia, 24-25, 2007-2008, pp. 1185-1201, por ejemplo- en un sector muy concreto del espacio que se atribuye a los Vascones -fundamentalmente, insistimos, colocando en el mapa las póleis que le atribuye Ptolomeo- no parece que el vasco fuera la lengua mayoritaria -ni desde luego, fue la lengua de la elite- en el espacio vascónico. Muy verosímilmente, ese elemento -una lengua que no era ni ibérica ni indoeuropea- pudo llamar la atención de Roma que debió otorgar el apelativo de Vascones a la población de un territorio que era, efectivamente, un trifinium cultural de celtas, íberos y, claro, vasco-aquitanos. La diversidad pudo ser, por tanto -a espera de un marcador arqueológico que permita caracterizar una cultura material, prerromana, común y distinta a la de los celtíberos, por ejemplo- la nota dominante de este grupo étnico de la Antigüedad Peninsular. Algunas ciudades claramente vascónicas -por su ubicación en relación al registro epigráfico del entorno y, por tanto, al medio lingüístico y por su propio topónimo- como pudo serlo Segia (Ejea de los Caballeros, Zaragoza) evidencian, a través del Bronce de Áscoli (CIL I, 709) una composición poblacional étnicamente heterogénea.
[4] En ningún momento -salvo tras el final de Roma y justo coincidiendo con el momento en que la desaparición de la globalización cultural de Roma motivó el resurgir de viejas identidades, que casi no se ha detenido hasta nuestros días- los Vascones consta que actuaron como grupo, en bloque, desde una perspectiva política. No puede, pues, afirmarse, ni que fueran hostiles a Roma en las guerras de conquista -lo que no parece, dado que no hay noticias al respecto, como suele haberlas en las fuentes para otros pueblos belicosos- ni que se alineasen en favor de Sertorio o de Pompeyo en las guerras civiles de la década de los setenta del siglo I a. C. La documentación epigráfica que atestigua, desde la época republicana romana, el modo de funcionamiento de la administración al modo romano, pone bien de manifiesto que, en realidad, fue siempre la ciudad, y no la etnia, la que articuló las relaciones Roma-indígenas o las relaciones de los indígenas entre sí. Debió haber, sin duda, ciudades que tomaron partido por Sertorio -como Calagurris (véase el trabajo de J. L. Ramírez Sádaba en Gerión, 3, 1985, pp. 232-245- pero la existencia de un foedus (ver aquí, con discusión y fuentes) suscrito por los Tarracenses -y el propio episodio de la fundación de Pompelo, pese a su carácter ambivalente- permiten pensar que también habría otros centros colaboracionistas con la causa senatorial dentro de lo que venimos considerando el "territorio vascón". Más diversidad, por tanto, como no podía ser de otro modo.
[5] Desde una postura historiográfica, ¡y también política!, cualquiera de las opciones que han recurrido -nunca mejor dicho- a los Vascones para justificar planteamientos de carácter territorial -bien nacionalista español bien nacionalista vasco bien autonomista navarro- merecen nuestro respeto una vez que se han amparado en el análisis de la documentación antigua por más que éste, ocasionalmente, haya sido un análisis superficial o torticero. Sin embargo, el lector comprenderá que con lo dicho hasta aquí, no puede de ningún modo sostenerse que los Vascones sean un elemento que tenga algo que ver con la población antigua de las provincias de la Comunidad Autónoma Vasca aunque tampoco que sean, estrictamente -aunque esta afirmación puede tener más fundamento histórico o, cuando menos, documental- los antecesores de los actuales "Navarros". Sencillamente, se trata de un pueblo -definido por su diversidad- que, muy probablemente, por el nombre que Roma le dio, ha despertado la atracción de pensadores y politólogos a veces sin demasiada documentación o, cuando menos, sin demasiada reflexión. En cualquier caso, esos usos y abusos de esta etnia histórica son siempre sugerentes y hacen, siempre, 'grandes', los tiempos antiguos (nosotros mismos nos ocupamos del asunto en un trabajo publicado en la Revista de Historiografía, 8-1, 2008, pp. 41-54, con abundante bibliografía), ¡y hay mucho por hacer, aun, en este sentido!
Pues bien, esto, y no otra cosa, son los Vascones, a partir de ahí el resto de elementos -su conexión pirenaica, el concepto de los mismos en la tardoantigüedad, la reducción de sus ciudades, sus elementos definitorios materiales, etcétera- pueden aun discutirse y, seguro, se irán aportando nuevas luces en años venideros. En un reciente trabajo -en los Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra- en el que nos ocupábamos, precisamente, de esa imagen social -o, más bien, pedagógica- de los Vascones (pincha aquí) hacíamos una reflexión del esfuerzo de transferencia que, empleando, además, las potencialidades de la web 2.0, debíamos hacer docentes e investigadores para difundir a la sociedad los resultados de nuestra investigación. La charla que inspira este post, impartida en un foro universitario, pretendía hacer síntesis, y balance de esas cuestiones que, en su mayor parte, como se ha visto, se apoyan en investigaciones propias y, también, en geniales ideas de otros colegas. Si compartir aquí la presentación y el audio de la intervención -que puedes obtener más abajo- sirve para dar un paso más en pro de esa difusión, el esfuerzo, de nuevo, habrá valido la pena.
DE CONTROVERSIA VASCONIAE
[Fotografía de la ciudad romana, de nombre aun no confirmado, de Santa Criz de Eslava, un enclave romano extraordinario de la Navarra Media -ver aquí reciente reportaje de Diario de Navarra- que corresponde a alguna de las antiguas ciudades de los Vascones. La foto es de Luis del Rey, de la Guía Arqueológica de la Península Ibérica que mereció nuestra atención ya en otro post de este blog]
Por eso, cuando el pasado mes de Diciembre, nuestra compañera en el Departamento de Historia, Historia del Arte y Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra y a la sazón directora de la Cátedra de Lengua y Cultura Vasca de la Universidad de Navarra, María del Mar Larraza, nos invitó a -como hiciera el pasado año, entonces, todavía profesando nosotros en la Universidad Nacional de Educación a Distancia- dictar una charla de carácter general sobre los Vascones de las fuentes antiguas (a la del año pasado puedes acceder desde aquí) pensamos que era una buena ocasión para remarcar esas certezas que, desde luego, modifican mucho la visión tradicional que se ha ido forjando -tras decenios de investigación- sobre los antiguos habitantes del entorno de Navarra, y subrayamos, también, lo del 'entorno' por razones que más abajo se aducirán y que conoce ya el lector más o menos versado en la cuestión vascónica.
Esas certezas que, a la vez, son, a nuestro juicio, características definitorias de la etnia en cuestión son (y algunas, de hecho, están bien tratadas en un simpático opúsculo editado por el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra hace algunos años: MÚGICA, M.: Los Vascones, Pamplona, 2007):
[1] Si entendemos por etnia -como la define la Real Academia de la Lengua- un grupo cohesionado, con identidad de sí mismo, ancestro, cultura e historia comunes y definido, por tanto, en función de una serie de afinidades, los Vascones, desde luego, no lo fueron o, al menos, no lo fueron estrictamente. Probablemente la consideración de aquéllos como tales obedece más a una observación externa, por parte de Roma, y a un sentido utilitario de control territorial que a uno identitario que, en cualquier caso, exigiría que Roma percibiera algún elemento distintivo en la comunidad a la que definió como Vascones. Mientras de otros colectivos indígenas hispanos sí se conservan, por ejemplo -como ha subrayado recientemente M. Navarro en un trabajo publicado en CABALLOS, A. (dir.): Roma generadora de identidades. La experiencia hispana, Madrid, 2011, pp. 107-140- menciones de procedencia en la onomástica (Celtiber, Calaicus, Cantaber...) no existen éstas para los Vascones un término que, además de en las fuentes literarias, sólo aparece atestiguado epigráficamente en documentos de carácter oficial, el más célebre la recientemente redescubierta inscripción del censo de C. Mocconius Verus (CIL VI, 1643: pincha aquí para los últimos datos sobre la pieza y de su paradero, en el Museo del Louvre de París).
[2] Desde un punto de vista territorial, entre la República y el Principado, no hay un territorio que pueda ser considerado -al margen de como recurso metodológico- como propio de los Vascones antiguos. Los datos de Estrabón, Livio y Plinio apenas coinciden en señalar la vinculación de aquéllos con el Pirineo, su relación con la ciuitas de Pompelo y de Oiasso y con un espacio más llano en el entorno de Calagurris, el ager Vasconum (esto se ha subrayado con acierto por E. Cantón en un imprescindible trabajo en Veleia, 22, 2005, pp. 129-143) y con otro más bien boscoso, del entorno de Oiasso, el saltus Vasconum, acaso un distrito minero (Arkeolan, 15, 2008, imprescindible). Los datos onomásticos, toponímicos y de la teonimia indican, sin embargo, que la población claramente vascónica -si por tal entendemos la que hablaba vasco antiguo- se concentraría, sin embargo, entre la Navarra Media Oriental y las actuales Cinco Villas de Aragón (y no en la Comunidad Autónoma Vasca, no en vano hacia ese actual territorio los testimonios disponibles remiten más bien a una lengua de raigambre céltica, como han demostrado, entre otros J. Velaza o F. Beltrán Lloris, por ejemplo en VELAZA, J.: "El vasco antiguo y sus vecinos según la epigrafía", en IGARTUA, I. (ed.): Euskara eta inguruko hizkuntzak historian zehar, Vitoria, 2012, pp. 75-84). En ningún momento puede sostenerse, por tanto, una expasión vascona, como se pensó en los años ochenta, y menos a costa de pueblos de su entorno, sencillamente, los Vascones o, mejor dicho, población 'vascónica' aparecía dispersa y repartida por un territorio, desde luego, en lo geográfico, nada homogéneo.
[3] Si el territorio no parece un elemento unitario y la lengua vasco-aquitana apenas está atestiguada epigráficamente -y en fecha ya tardía, como se ha visto en las referencias anteriores o como ha repetido constantemente J. Gorrochategui: Veleia, 24-25, 2007-2008, pp. 1185-1201, por ejemplo- en un sector muy concreto del espacio que se atribuye a los Vascones -fundamentalmente, insistimos, colocando en el mapa las póleis que le atribuye Ptolomeo- no parece que el vasco fuera la lengua mayoritaria -ni desde luego, fue la lengua de la elite- en el espacio vascónico. Muy verosímilmente, ese elemento -una lengua que no era ni ibérica ni indoeuropea- pudo llamar la atención de Roma que debió otorgar el apelativo de Vascones a la población de un territorio que era, efectivamente, un trifinium cultural de celtas, íberos y, claro, vasco-aquitanos. La diversidad pudo ser, por tanto -a espera de un marcador arqueológico que permita caracterizar una cultura material, prerromana, común y distinta a la de los celtíberos, por ejemplo- la nota dominante de este grupo étnico de la Antigüedad Peninsular. Algunas ciudades claramente vascónicas -por su ubicación en relación al registro epigráfico del entorno y, por tanto, al medio lingüístico y por su propio topónimo- como pudo serlo Segia (Ejea de los Caballeros, Zaragoza) evidencian, a través del Bronce de Áscoli (CIL I, 709) una composición poblacional étnicamente heterogénea.
[4] En ningún momento -salvo tras el final de Roma y justo coincidiendo con el momento en que la desaparición de la globalización cultural de Roma motivó el resurgir de viejas identidades, que casi no se ha detenido hasta nuestros días- los Vascones consta que actuaron como grupo, en bloque, desde una perspectiva política. No puede, pues, afirmarse, ni que fueran hostiles a Roma en las guerras de conquista -lo que no parece, dado que no hay noticias al respecto, como suele haberlas en las fuentes para otros pueblos belicosos- ni que se alineasen en favor de Sertorio o de Pompeyo en las guerras civiles de la década de los setenta del siglo I a. C. La documentación epigráfica que atestigua, desde la época republicana romana, el modo de funcionamiento de la administración al modo romano, pone bien de manifiesto que, en realidad, fue siempre la ciudad, y no la etnia, la que articuló las relaciones Roma-indígenas o las relaciones de los indígenas entre sí. Debió haber, sin duda, ciudades que tomaron partido por Sertorio -como Calagurris (véase el trabajo de J. L. Ramírez Sádaba en Gerión, 3, 1985, pp. 232-245- pero la existencia de un foedus (ver aquí, con discusión y fuentes) suscrito por los Tarracenses -y el propio episodio de la fundación de Pompelo, pese a su carácter ambivalente- permiten pensar que también habría otros centros colaboracionistas con la causa senatorial dentro de lo que venimos considerando el "territorio vascón". Más diversidad, por tanto, como no podía ser de otro modo.
[5] Desde una postura historiográfica, ¡y también política!, cualquiera de las opciones que han recurrido -nunca mejor dicho- a los Vascones para justificar planteamientos de carácter territorial -bien nacionalista español bien nacionalista vasco bien autonomista navarro- merecen nuestro respeto una vez que se han amparado en el análisis de la documentación antigua por más que éste, ocasionalmente, haya sido un análisis superficial o torticero. Sin embargo, el lector comprenderá que con lo dicho hasta aquí, no puede de ningún modo sostenerse que los Vascones sean un elemento que tenga algo que ver con la población antigua de las provincias de la Comunidad Autónoma Vasca aunque tampoco que sean, estrictamente -aunque esta afirmación puede tener más fundamento histórico o, cuando menos, documental- los antecesores de los actuales "Navarros". Sencillamente, se trata de un pueblo -definido por su diversidad- que, muy probablemente, por el nombre que Roma le dio, ha despertado la atracción de pensadores y politólogos a veces sin demasiada documentación o, cuando menos, sin demasiada reflexión. En cualquier caso, esos usos y abusos de esta etnia histórica son siempre sugerentes y hacen, siempre, 'grandes', los tiempos antiguos (nosotros mismos nos ocupamos del asunto en un trabajo publicado en la Revista de Historiografía, 8-1, 2008, pp. 41-54, con abundante bibliografía), ¡y hay mucho por hacer, aun, en este sentido!
Pues bien, esto, y no otra cosa, son los Vascones, a partir de ahí el resto de elementos -su conexión pirenaica, el concepto de los mismos en la tardoantigüedad, la reducción de sus ciudades, sus elementos definitorios materiales, etcétera- pueden aun discutirse y, seguro, se irán aportando nuevas luces en años venideros. En un reciente trabajo -en los Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra- en el que nos ocupábamos, precisamente, de esa imagen social -o, más bien, pedagógica- de los Vascones (pincha aquí) hacíamos una reflexión del esfuerzo de transferencia que, empleando, además, las potencialidades de la web 2.0, debíamos hacer docentes e investigadores para difundir a la sociedad los resultados de nuestra investigación. La charla que inspira este post, impartida en un foro universitario, pretendía hacer síntesis, y balance de esas cuestiones que, en su mayor parte, como se ha visto, se apoyan en investigaciones propias y, también, en geniales ideas de otros colegas. Si compartir aquí la presentación y el audio de la intervención -que puedes obtener más abajo- sirve para dar un paso más en pro de esa difusión, el esfuerzo, de nuevo, habrá valido la pena.
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