OPPIDA IMPERII ROMANI
DE CONTROVERSIA VASCONIAE
Hace ya algunos años, en los últimos ochenta,
Juan José Sayas publicaba un 'programático' artículo titulado "
De historiae Vasconiae rebus controversis" (la referencia completa
aquí) en el que repasaba algunas cuestiones todavía controvertidas sobre los
Vascones de las fuentes antiguas un pueblo al que, como sabrá el asiduo de
Oppida Imperii Romani, venimos prestando atención al menos desde que tuvimos el privilegio de coordinar el volumen
Navarra en la Antigüedad. Propuesta de Actualización (Gobierno de Navarra, Pamplona, 2006) y de ocuparnos, para él, de la reducción de las
ciuitates supuestamente vasconas citadas por las fuentes (pincha
aquí)
un tema que, como podrá comprobar quien descargue el artículo, aun
tiene muchas cuestiones abiertas si bien, obviamente, no es el
fundamental de este pueblo de la Antigüedad. Pero, lo cierto es que,
desde ese momento, el año 2006 -pero también 1987, la fecha del trabajo
de Juan José Sayas- la bibliografía sobre
Vascones se ha multiplicado notablemente (un cierto balance hacíamos no hace mucho en el
post Scripta Vasconica, de este mismo
blog) y, también, la presencia de algunas de las
ciuitates del denominado "territorio vascón" en
Oppida Imperii Romani (
Andelo,
Cara,
Pompelo,
Santa Criz,
Campo Real,
Los Bañales...) se ha ido incrementando de manera continuada. Ese incremento bibliográfico -con un volumen publicado en la
Serie Instrumenta de la Universitat de Barcelona en 2009 (pincha
aquí) y con el reciente
Entre Vascones y Romanos. Sobre las tierras de Navarra en la Antigüedad, Pamplona, 2013- ha permitido que, cada vez, estén más claras -al menos para la
communis opinio,
otra cosa es que haya gente que siga aferrada a viejas teorías que, a
veces, aun siguen desfilando por publicaciones más o menos contrastadas,
especialmente en la red- algunas cuestiones 'esenciales' -y remarcamos
el término- respecto de ese grupo de población al que Roma, por razones
que desconocemos pero que bien tuvieron que ver con su deseo -y
necesidad- de controlar el territorio, bautizó como
Vascones (confesamos que nos sentimos totalmente herederos de la visión que respecto de éstos expone
WULFF, F.: "Los Vascones como paradigma", en ROLDÁN, J. M., y WULFF, F.: Citerior y Vlterior. Las provincias de Hispania en la era republicana, Madrid, 2001, pp. 407-416, imprescindibles).
Por eso, cuando el pasado mes de Diciembre, nuestra compañera en el
Departamento de Historia, Historia del Arte y Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra y a la sazón directora de la
Cátedra de Lengua y Cultura Vasca de la Universidad de Navarra,
María del Mar Larraza, nos invitó a -como hiciera el pasado año, entonces, todavía profesando nosotros en la
Universidad Nacional de Educación a Distancia- dictar una charla de carácter general sobre los
Vascones de las fuentes antiguas (a la del año pasado puedes acceder desde
aquí)
pensamos que era una buena ocasión para remarcar esas certezas que,
desde luego, modifican mucho la visión tradicional que se ha ido
forjando -tras decenios de investigación- sobre los antiguos habitantes
del entorno de Navarra, y subrayamos, también, lo del 'entorno' por
razones que más abajo se aducirán y que conoce ya el lector más o menos
versado en la cuestión vascónica.
Esas certezas que, a la vez, son, a nuestro juicio, características
definitorias de la etnia en cuestión son (y algunas, de hecho, están
bien tratadas en un simpático opúsculo editado por el
Departamento de Educación del Gobierno de Navarra hace algunos años:
MÚGICA, M.: Los Vascones, Pamplona, 2007):
[1] Si entendemos por etnia -como la define la
Real Academia de la Lengua-
un grupo cohesionado, con identidad de sí mismo, ancestro, cultura e
historia comunes y definido, por tanto, en función de una serie de
afinidades, los
Vascones, desde luego, no lo fueron o, al menos,
no lo fueron estrictamente. Probablemente la consideración de aquéllos
como tales obedece más a una observación externa, por parte de Roma, y a
un sentido utilitario de control territorial que a uno identitario que,
en cualquier caso, exigiría que Roma percibiera algún elemento
distintivo en la comunidad a la que definió como
Vascones.
Mientras de otros colectivos indígenas hispanos sí se conservan, por
ejemplo -como ha subrayado recientemente M. Navarro en un trabajo
publicado en
CABALLOS, A. (dir.): Roma generadora de identidades. La experiencia hispana, Madrid, 2011, pp. 107-140- menciones de procedencia en la onomástica (
Celtiber,
Calaicus,
Cantaber...) no existen éstas para los
Vascones
un término que, además de en las fuentes literarias, sólo aparece
atestiguado epigráficamente en documentos de carácter oficial, el más
célebre la recientemente redescubierta inscripción del censo de
C. Mocconius Verus (
CIL VI, 1643: pincha
aquí para los últimos datos sobre la pieza y de su paradero, en el
Museo del Louvre de París).
[2] Desde un punto de vista
territorial, entre la República y el Principado, no hay un territorio
que pueda ser considerado -al margen de como recurso metodológico- como
propio de los
Vascones antiguos. Los datos de Estrabón, Livio y
Plinio apenas coinciden en señalar la vinculación de aquéllos con el
Pirineo, su relación con la
ciuitas de
Pompelo y de
Oiasso y con un espacio más llano en el entorno de
Calagurris, el
ager Vasconum (esto se ha subrayado con acierto por E. Cantón en un imprescindible trabajo en
Veleia, 22, 2005, pp. 129-143) y con otro más bien boscoso, del entorno de
Oiasso, el
saltus Vasconum, acaso un distrito minero (
Arkeolan, 15, 2008,
imprescindible). Los datos onomásticos, toponímicos y de la teonimia
indican, sin embargo, que la población claramente vascónica -si por tal
entendemos la que hablaba vasco antiguo- se concentraría, sin embargo,
entre la Navarra Media Oriental y las actuales Cinco Villas de Aragón (y
no en la Comunidad Autónoma Vasca, no en vano hacia ese actual
territorio los testimonios disponibles remiten más bien a una lengua de
raigambre céltica, como han demostrado, entre otros J. Velaza o F.
Beltrán Lloris, por ejemplo en
VELAZA, J.: "El vasco antiguo y sus vecinos según la epigrafía", en IGARTUA, I. (ed.): Euskara eta inguruko hizkuntzak historian zehar, Vitoria, 2012, pp. 75-84).
En ningún momento puede sostenerse, por tanto, una expasión vascona,
como se pensó en los años ochenta, y menos a costa de pueblos de su
entorno, sencillamente, los
Vascones o, mejor dicho, población
'vascónica' aparecía dispersa y repartida por un territorio, desde
luego, en lo geográfico, nada homogéneo.
[3] Si el territorio no parece un
elemento unitario y la lengua vasco-aquitana apenas está atestiguada
epigráficamente -y en fecha ya tardía, como se ha visto en las
referencias anteriores o como ha repetido constantemente J.
Gorrochategui:
Veleia, 24-25, 2007-2008, pp. 1185-1201, por ejemplo- en un sector muy concreto del espacio que se atribuye a los
Vascones -fundamentalmente, insistimos, colocando en el mapa las
póleis
que le atribuye Ptolomeo- no parece que el vasco fuera la lengua
mayoritaria -ni desde luego, fue la lengua de la elite- en el espacio
vascónico. Muy verosímilmente, ese elemento -una lengua que no era ni
ibérica ni indoeuropea- pudo llamar la atención de Roma que debió
otorgar el apelativo de
Vascones a la población de un territorio que era, efectivamente, un
trifinium
cultural de celtas, íberos y, claro, vasco-aquitanos. La diversidad
pudo ser, por tanto -a espera de un marcador arqueológico que permita
caracterizar una cultura material, prerromana, común y distinta a la de
los celtíberos, por ejemplo- la nota dominante de este grupo étnico de
la Antigüedad Peninsular. Algunas ciudades claramente vascónicas -por su
ubicación en relación al registro epigráfico del entorno y, por tanto,
al medio lingüístico y por su propio topónimo- como pudo serlo
Segia (Ejea de los Caballeros, Zaragoza) evidencian, a través del
Bronce de Áscoli (
CIL I, 709) una composición poblacional étnicamente heterogénea.
[4] En ningún momento -salvo tras
el final de Roma y justo coincidiendo con el momento en que la
desaparición de la globalización cultural de Roma motivó el resurgir de
viejas identidades, que casi no se ha detenido hasta nuestros días- los
Vascones
consta que actuaron como grupo, en bloque, desde una perspectiva
política. No puede, pues, afirmarse, ni que fueran hostiles a Roma en
las guerras de conquista -lo que no parece, dado que no hay noticias al
respecto, como suele haberlas en las fuentes para otros pueblos
belicosos- ni que se alineasen en favor de Sertorio o de Pompeyo en las
guerras civiles de la década de los setenta del siglo I a. C. La
documentación epigráfica que atestigua, desde la época republicana
romana, el modo de funcionamiento de la administración al modo romano,
pone bien de manifiesto que, en realidad, fue siempre la ciudad, y no la
etnia, la que articuló las relaciones Roma-indígenas o las relaciones
de los indígenas entre sí. Debió haber, sin duda, ciudades que tomaron
partido por Sertorio -como
Calagurris (véase el trabajo de J. L. Ramírez Sádaba en
Gerión, 3, 1985, pp. 232-245- pero la existencia de un
foedus (ver
aquí, con discusión y fuentes) suscrito por los
Tarracenses -y el propio episodio de la fundación de
Pompelo,
pese a su carácter ambivalente- permiten pensar que también habría
otros centros colaboracionistas con la causa senatorial dentro de lo que
venimos considerando el "territorio vascón". Más diversidad, por tanto,
como no podía ser de otro modo.
[5] Desde una postura historiográfica, ¡y también política!, cualquiera de las opciones que han recurrido -nunca mejor dicho- a los
Vascones
para justificar planteamientos de carácter territorial -bien
nacionalista español bien nacionalista vasco bien autonomista navarro-
merecen nuestro respeto una vez que se han amparado en el análisis de la
documentación antigua por más que éste, ocasionalmente, haya sido un
análisis superficial o torticero. Sin embargo, el lector comprenderá que
con lo dicho hasta aquí, no puede de ningún modo sostenerse que los
Vascones
sean un elemento que tenga algo que ver con la población antigua de las
provincias de la Comunidad Autónoma Vasca aunque tampoco que sean,
estrictamente -aunque esta afirmación puede tener más fundamento
histórico o, cuando menos, documental- los antecesores de los actuales
"Navarros". Sencillamente, se trata de un pueblo -definido por su
diversidad- que, muy probablemente, por el nombre que Roma le dio, ha
despertado la atracción de pensadores y politólogos a veces sin
demasiada documentación o, cuando menos, sin demasiada reflexión. En
cualquier caso, esos usos y abusos de esta etnia histórica son siempre
sugerentes y hacen, siempre, 'grandes', los tiempos antiguos (nosotros
mismos nos ocupamos del asunto en un trabajo publicado en la
Revista de Historiografía, 8-1, 2008, pp. 41-54, con abundante bibliografía), ¡y hay mucho por hacer, aun, en este sentido!
Pues bien, esto, y no otra cosa, son los
Vascones, a partir de
ahí el resto de elementos -su conexión pirenaica, el concepto de los
mismos en la tardoantigüedad, la reducción de sus ciudades, sus
elementos definitorios materiales, etcétera- pueden aun discutirse y,
seguro, se irán aportando nuevas luces en años venideros. En un reciente
trabajo -en los
Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra- en el que nos ocupábamos, precisamente, de esa imagen social -o, más bien, pedagógica- de los
Vascones (pincha
aquí)
hacíamos una reflexión del esfuerzo de transferencia que, empleando,
además, las potencialidades de la web 2.0, debíamos hacer docentes e
investigadores para difundir a la sociedad los resultados de nuestra
investigación. La charla que inspira este
post, impartida en un
foro universitario, pretendía hacer síntesis, y balance de esas
cuestiones que, en su mayor parte, como se ha visto, se apoyan en
investigaciones propias y, también, en geniales ideas de otros colegas.
Si compartir aquí la presentación y el audio de la intervención -que
puedes obtener más abajo- sirve para dar un paso más en pro de esa
difusión, el esfuerzo, de nuevo, habrá valido la pena.